Mantener una alimentación saludable para niños influye en su futuro. Si en la infancia implantamos unos correctos hábitos alimentarios posteriormente serán difíciles de cambiar.

Todos somos conscientes de la importancia de la alimentación saludable. Cada vez más a menudo nos preocupamos que los alimentos que consumimos incluyan los nutrientes necesarios para mantenernos sanos y sentirnos bien.

Y tratamos de evitar aquellos que no aporten beneficios a nuestro bienestar. Una decisión que también debemos trasladar a la alimentación de nuestros hijos. Porque mantener una alimentación saludable para niños influye en su futuro.

¿Cuáles son los beneficios de una alimentación saludable para niños?

Son muchos. Hay que tener en cuenta que si en la infancia implantamos unos correctos hábitos alimentarios posteriormente serán difíciles de cambiar. Además, con ellos contribuimos de forma positiva en la construcción y modelado de su cuerpo y en la mejora de su salud, rendimiento físico e intelectual.

El organismo de un niño es más vulnerable ante cualquier problema nutricional. Entre las consecuencias de una mala nutrición se encuentran el impedir el desarrollo conducta y cognitivo, favorece la aparición de enfermedades crónicas y además los niños se encuentran con menos defensas frente a muchas enfermedades infantiles.

Un niño con buena alimentación tiene menos posibilidades de sufrir trastornos anemia, sobrepeso y obesidad y caries dental. A ello se suma que la alimentación saludable para niños contribuye a la prevención de ciertas patologías en la edad adulta como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer.

Por ello, cuidar lo que comen es cuidar su presente y velar por su futuro.

¿Cómo debe ser esa alimentación saludable para niños?

Al igual que para los adultos, debe ser completa y variada. Se deben consumir todos los grupos de los alimentos incluyendo carbohidratos, frutas y vegetales, proteínas, lácteos, grasas y azúcares. La clave es encontrar un balance en el consumo de cada grupo de nutrientes y adaptarlo a la edad de los niños y a su actividad física. No es lo mismo qué y cuánto puede comer un niño de dos años que uno de diez.

Sabiendo todo eso, podemos establecer unas pautas básicas:

  • Incluir frutas y verduras en la rutina diaria, tratando de servir un mínimo de cinco porciones diarias.
  • Tenga siempre a mano snacks saludables como frutas y verduras listas para comer, yogur, frutos secos…
  • Deben también ingerir lácteos desgrasados, para mantener a raya las grasas y fortalecer a la vez los huesos. 
  • Panes y cereales, pastas, y arroz son fundamentales. Mejor que sean integrales, porque tienen más nutrientes, como el hierro, vitaminas del complejo B y fibra dietética.
  • Las proteínas que vengan del pescado (elige opciones ricas en omega 3), pollo y pavo, huevos y legumbres. Son más sanas que las de la carne roja.
  • No prohibas. Es mejor explicarles porque es preferible una opción a otra y que ellos entiendan las ventajas y sepan tomar decisiones. Es preferible limitar los snacks poco saludables, la bollería o los refrescos para que no se sienta privado por completo de ellos y no cometa excesos cuando no esté contigo.
  • Hazlo atractivo. Busca recetas divertidas, haz que participen en su preparación, que aprecien los distintos sabores… El truco está en enseñarles a comer sano sin que se den cuenta. 

Y recuerda para aprovechar todos los beneficios de esa alimentación saludable para niños hay que acompañarla de actividad física.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños realicen 1 hora diaria de algún tipo de actividad recreativa. Ya sea andar en bicicleta, jugar en el parque, patinar, natación, baile o fútbol. Evite el sedentarismo y motívelos a que no pasen la tarde frente alguna pantalla.

Tareca, Vending que te hace feliz